Mientras haya Esperanza

Un viejo refrán conocido dice: “La Esperanza es lo último que se pierde” que hace alusión a la necesidad de perseguir una meta aun cuando parezca que sea imposible. Algunos dicen que este refrán tiene sus orígenes en la mitología griega, pero sin importar de donde inició, dice una gran verdad para nosotros sin importar en qué momento de la historia nos encontremos. 

La humanidad siempre ha necesitado de virtudes que nos impulsen a perseverar sin desmayar. 

Para nuestros días, muchas cosas pueden ser difíciles de soportar, tal vez tengamos problemas en el trabajo, la familia, los amigos, en las finanzas o personales. Pero como sea necesitamos tener esperanza para la vida secular. 

Para el cristiano, la necesidad de Esperanza no es menor. Pienso que si alguien necesitaba de esta virtud más que nunca eran los cristianos del primer siglo. ¿Por qué? Porque ellos no solo esperaban en las cosas que se pueden ver, sino que soportaban y esperaban incluso lo que aún no veían, aguardando que todas las cosas fueran redimidas por completo. ¡Esa era la esperanza que el Mesías traería según el judaísmo!

Sin embargo Cristo vino, y redimió al mundo espiritualmente primero, mientras todo lo demás aguarda hasta que el venga por segunda vez.

Romanos dice: “Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” (Romanos 8: 24-25). 

Etimológicamente la palabra Esperanza viene de “esperar” más el sufijo “anza”. Entonces tener esperanza es saber esperar y no impacientarse. Pero nosotros debemos esperar lo que no vemos. 

Ahora bien, esta debe ser una cualidad de un cristiano que anda en el Espíritu y no conforme a los deseos de la carne (Romanos 8:1). Recordando que un hijo de Dios está libre de la condenación del pecado. Mientras que el que no anda conforme al Espíritu no puede agradar a Dios (Romanos 8:8). Pero nosotros como buenos cristianos debemos saber que Dios enviará a su Hijo por segunda vez, para librarnos de este mundo. 

Romanos 8: 20 -23. Dice: “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;  y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.” 

Según estos pasajes, la creación misma clama pidiendo ser librada de corrupción, pero esto no significa en ningún momento que ella será limpiada y todo será como el huerto del Edén. Al contrario, fue hecha para cumplir un propósito y es la “libertad de los hijos de Dios” ¿Cuándo ocurrirá eso? Probablemente la respuesta la tenga la segunda carta de Pedro: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,  esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” (3:10 al 13).  

Lo que es nuevo, es NUEVO y no renovado. Apocalipsis dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” (21:1 al 4). 

La parte que debe estar presente en nuestras mentes es que esperamos lo que no vemos, pero sabemos que sucederá. Nuestro Señor vendrá, y no dió fecha. Así que debemos tener paciencia y no desesperarnos. 

Dios también sabe que somos débiles mientras esperamos, por eso nos ha dado su espíritu para ayudarnos en momentos como estos (Romanos 8. 26-27). Mientras tanto, todas las cosas que ocurran buenas o duras de la vida según la voluntad de Dios, nos ayudan a ser mejores cada día. 

Pablo, termina diciendo que nada ni nadie, ni ninguna cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo (Romanos 8:39). 

Eclesiastés dice: “Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.” (9:4). 

Ahora bien, cuando el Señor venga la esperanza también tendrá un final, porque ya no será necesario esperarlo (1 Corintios 13:13). 

Finalmente, le animó a perseverar y no perder la esperanza. Aunque sea un poco complicado seguir avanzando en el camino angosto. Aunque los cristianos no debemos perder la esperanza porque esperamos lo que NO vemos, y lo hacemos con paciencia, mientras que el que no tiene a Cristo, espera lo que puede ver. 

¡Dios le bendiga!

“La esperanza es el sueño de los despiertos”

dijo: Aristóteles

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