Rebelión y Obstinación

Un canto conocido dice: “Cuando andemos con Dios, escuchando su voz, nuestra senda florida será; si acatamos su ley. Él será nuestro Rey, y con Él reinaremos allá.

CORO: Obedecer, cumple  nuestro deber; si queréis ser felices, debéis obedecer.

1 Corintios 14:15, dice que debemos cantar con el espíritu pero también con el entendimiento. A veces nos preguntamos, ¿y qué de la felicidad del cristiano? Quizás la respuesta está en este coro si es que nos acordamos: “si queréis ser felices debéis obedecer”. 

1 de Samuel 15:22-23 dice: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.”

Es un ejemplo de que la verdadera felicidad, yace en la completa obediencia a Dios. Samuel era un profeta y aquí él está reprendiendo al rey actual de ese entonces, Saúl. Saúl fue el primer rey de Israel, elegido porque el pueblo deseaba tener un rey como las naciones de sus alrededores. Además que el profeta ya estaba bastante avanzado de edad (8:5). 

Dios le había dado órdenes específicas a Saúl para la guerra sobre Amalec. Pero él decidió hacerla a medias. Uno de sus pecados fue que él le tenía miedo al pueblo, “Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, ” (1 de Samuel 15: 24). En ética se le conoce a esto como Debilidad moral, la debilidad moral quiere decir que él fue incapaz de ser fuerte ante las demandas de los demás o las suyas propias. La moral, y el mandamiento de Dios fue violentado con el consentimiento de Saúl. 

Esto quizás nos enseña un poco para la vida. Muchas veces se escucha decir, que la voz del pueblo es la voz de la verdad. No obstante, es claro que en este caso la voz del pueblo era contraria a la voz de Dios como lo fue en el pasado con el becerro de oro. 

También vemos que sus hombres tomaron parte del botín en la guerra para ofrecerles sacrificios a Dios, mataron lo peor de los animales de Amalec, pero dejaron y llevaron lo mejor ( versículos 14 -16; 22); sin embargo, esa no fue la orden que Dios le dio. Saúl tenía uno de los mejores consejeros y portavoces de la Palabra de Dios para aquel entonces, pero él eligió hacer con su pueblo lo que a ellos les pareció que a Dios le agradaría. 

Por muy lejos, la obediencia está por encima de la religiosidad fría. En el Nuevo Testamento tenemos a gente muy religiosa como los fariseos  los cuales eran muy estrictos. Pero ese no es el tipo de religión que Dios desea. Jesús les llamó: ¡Hipócritas! (Mateo 23). 

“Porque misericordia quiero y no sacrificios” dijo Jesús. (Mateo 9:13). 

De qué nos sirve ser tan estrictos, en nuestra vestimenta, andar con una Biblia a todas partes, leerla todos los días, si realmente carecemos de una verdadera obediencia. El cristianismo es un estilo de vida. No un conjunto de reglas que se deben guardar como si fuéramos parte de las fuerzas militares del gobierno. 

Los pecados de Saúl fueron según el versículo 23. La rebelión y la obstinación. La rebelión es cuando sabemos de la autoridad de Dios y él nos ordena algo a través de su Palabra pero nosotros decidimos desacreditar su autoridad para hacer lo nuestro. Mientras que la obstinación, es mantenernos firmes en esa decisión reconociendo en el fondo que esa decisión es poco acertada. 

Dios no quiere de nosotros la rebeldía ni la obstinación. Si la adivinación o hechicería es un pecado terrible, de igual manera ante los ojos de Dios es una persona de carácter rebelde. Y la obstinación es como la idolatría.  

Dios nos ha dado ahora su Palabra revelada, por ende no debe haber en nosotros pecados como estos. Y justamente estos pecados, hicieron que Saúl no fuera del agrado de Dios, lo que le costó hasta el reinado de él y de su familia. 

La historia de Saúl parece una ilustración para nosotros como una advertencia. Porque de la misma manera que Saúl perdió el reinado, el cristiano puede perder el cielo mismo si es rebelde y obstinado. Por lo tanto oremos a Dios para tener un corazón dócil a Su Palabra y que nos de humildad para aceptarla aunque algunas veces sea dura con nosotros. 

¡Dios le bendiga!  

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