
Muchos cristianos estamos de acuerdo que un mandamiento importante del Señor Jesús para sus discípulos después de resucitar fue el de hacer discípulos. En ocasiones tratamos de cumplirlo predicando el evangelio a los no creyentes pero nos descuidamos en el discipulado. Para algunos bautizar es igual a hacer discípulos, pero según Mateo 28: 19-20 el recién convertido debe ser también enseñado en todas las cosas que Jesús mando. Aunque resulta también difícil discipular a otros.
Hoy más que nunca las iglesias debemos estar enfocadas en el discipulado, ya que en la actualidad estamos siendo rodeados por mucha información que niega desde el inicio la existencia de Dios, además de estar ahogados por el materialismo e incluso de doctrinas ecuménicas que en lugar de guíar, lo que hacen es confundir a las personas en la cual ellos piensan que una religión es lo mismo que las demás, y como el colmo iglesias llenas de una teología fría que discute todos los asuntos doctrinales pero que ha desfigurado al Salvador.
Para que tengamos la idea de cuán importante es el discipulado, echémosle un vistazo primero al enfoque de nuestro Señor en sus años de ministerio.
El Señor Jesús y el discípulado
Su ministerio no duro ni cuatro años en la tierra, lo inicio teniendo alrededor de treinta años (Lucas 3:23). Su ministerio se centró en capacitar a doce jóvenes adultos de su época. Su ministerio fue sencillo comparado con otros maestros de la historia pero a pesar de ser sencillo fue profundo. Combino dos aspectos importantes “meta y método”.
Su Meta: fue las personas, buscaba guiarlos para que ellos siguieran su imagen. Juan 17: 6-7: “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;”
Sus Método: Fue la información “porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.” (Juan 17:8) y el ejemplo “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”Juan 13:15.
La mayor parte del tiempo Jesús lo paso con sus discípulos escogidos y no con las masas. Eso no significa que no pudiera enseñar a los demás sino que realmente estaba enfocado en sus doce escogidos. Él estaba enfocado en la formación de esos doce hombres para que ellos siguieran el ministerio y pudieran enseñar a las siguientes generaciones. Esto ha causado un gran impacto desde entonces porque él pensó y aseguro la multiplicación.
En el libro de los hechos a los que buscan cumplir con el evangelismo y el discipulado se les califico como aquellos que “trastornaban al mundo entero” (Hechos 17:6).
En los tiempos de Cristo un discípulo era básicamente un seguidor y aceptar ser su discípulo implicaba que tenía que seguirle a su maestro en cualquier parte. Pero también es posible seguir a alguien y no terminar con él, como lo fue Judás. El motivo de ser un discípulo es de ser como el maestro. Lucas 6:40 dice: “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.”
Pese a que el Señor le dio esta comisión de hacer discípulos a los que el había escogido, no podemos ignorar que hacer discípulos es tarea de todos. La iglesia es la entidad investida para enseñar al mundo (Efesios 3:10).
En el ministerio del Señor sus discípulos aprendieron sobre sus métodos puestos en práctica como por ejemplo: sentir compasión (Mateo 9:36), en como proveyó alimentos para otros, ayudar a los enfermos (Mateo 13:14-21), convivir con los rechazados por el pueblo como los: Publicanos (Lucas 19:5-10); con gentiles (Marcos 7:24-37), con samaritanos (Juan 4:4-28); como denunciar las obras de mal: Hipocresía religiosa (Mateo 23), las obras de Satanás (Mateo 16:23), a no mezclar la espiritualidad con la política (Lucas 20:25), en como obedecer a los gobernantes (Mateo 27:11-14), a como ser hombres de bien (Mateo 11:29; Mateo 9:13).
En este sentido la obra del Señor fue tan impactante para sus discípulos, que después de su partida ellos siguieron su legado siendo ejemplo para los nuevos creyentes. Y nadie pudo decir que él no proveyó las instrucciones y el ejemplo necesario para sus discípulos. Su vida fue intachable que hasta el propio Judas después de traicionarlo se sintió avergonzado por entregarlo siendo inocente (Mateo 27:3-4).
El discipulado en tiempo presente
Discipular es una ardua labor y puede ser comparada con la crianza de un niño, se le educa con palabras, ejemplo y se les provee de los recursos necesarios para que puedan seguir adelante cuando nosotros ya no estemos con ellos.
Instruir a una persona en “todas las cosas como dice la gran comisión” requiere muchos años de convicción plena. Pero lo que uno puede hacer es escoger a una persona que nosotros vemos y conocemos para enseñarle en lugar de enseñar a todos al mismo tiempo.
Un ejemplo es Marcos 5:37 “Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.” Cuando fue a resucitar a la hija del principal de la sinagoga (Jairo).
Antes que todo hay que comprender que el discipulado involucra nuestra parte personal y al mismo tiempo la colectiva. El discipulado personal hace referencia con nosotros mismos en nuestra vida como discípulos, mientras el discipulado colectivo es aquella que se lleva a cabo con los demás. Jesús mismo es una grandísimo ejemplo. Él oraba a solas, guardaba la Escritura en su corazón y agradaba a Dios, y también oraba con otros, les enseñaba la voluntad de Dios y le mostraba con su ejemplo.
Algunas iglesias o individuos asocian que discipular es una referencia a la labor colectiva de la iglesia y lo reducen a que solo es nutrir a la iglesia con la información bíblica, pero cuando nosotros observamos las cartas del Nuevo Testamento los evangelistas predicaron, pero poco tiempo después de que las personas obedecieran, les proporcionaron una especie de acompañamiento en como esa enseñanza se aplicaba en los diferentes campos de la vida (1 de Tesalonicenses 2:10-12).
Un recién convertido es un recién nacido espiritualmente (Juan 3), y para él todo ahora es nuevo (2 de Corintios 5:17).
Una reflexión fundamental en el discipulado, tiene que ver con los diferentes campos o actividades de nuestra vida cotidiana. Por lo cual debemos hacernos las siguientes preguntas:

- ¿En cuál de estas áreas vivo más como Jesús?
- ¿En cuál de estas áreas vivo menos como Jesús?
- ¿Qué implica vivir como Jesús en cada una de estas áreas?
En estas cinco esferas nos movemos en nuestra vida, por ello es de importancia que en el discipulado abordemos dos temas indispensables.
- El pecado. Y como este tiene poder para destruir desde una persona hasta una nación.
- Como la gracia de Dios nos llama y cómo nos involucra como agentes de cambio en la cual podemos guiar también a otros a llevar vidas dignas.
El pecado: Nuestro enemigo incansable
Nuestra sociedad en la que vivimos se vuelve más hostil y pecaminosa, a medida que cambia con rapidez, y la Iglesia corre el peligro de volverse débil si no aborda el peligro del pecado. Una persona puede estar llena de problemas de toda índole. Pero su problema más grave es el pecado.
El pecado es una desviación de la voluntad de Dios. Lo que Dios quiere que hagamos y no lo hacemos ya sea por ignorancia o por rebeldía. Es considerado por Dios un pecado. También no solo son actos físicos como el adulterio, asesinato, robo. Sino aquellos deseos o pensamientos malignos que vienen del corazón.
Sabemos que Caín fue castigado por Dios al asesinar a su propio hermano Abel y eso claramente era un pecado. Pero su pecado inicio desde el momento que se disgustó por la ofrenda que presento su hermano a Dios (Génesis 4:2-5). Más adelante en los versículos seis y siete, Dios le dice que él podía dominar el pecado. Pero él se dejó dominar por el pecado quitándole la vida a su hermano Abel. Entonces ¿Asesinar fue solo su pecado? La respuesta es No.
Otro ejemplo fue el adulterio del rey David. Por supuesto que un adulterio es un pecado, pero su pecado inicio cuando el vio desde su terrado en su casa real a la esposa de Urías bañándose (2 de Samuel 11). Jesús dijo en Mateo 5: 28. “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” Dejando en claro que un pecado también es la codicia o la lujuria.
Santiago dice que el pecado inicia con un fuerte deseo propio de la persona, que le atrae y seduce hasta concebirlo y una vez concebido, produce muerte (Santiago 1:14-15).
Nadie debe subestimar el pecado, es muy peligro y no se debe jugar con el. Tiene aparentemente placer y satisfacción pero lo que deja después produce una vergüenza tremenda.
Acan es un ejemplo de un hombre que peco y su pecado su familia sufrió las consecuencias. Los hijos, sus hijas y sus animales perdieron la vida cuando Acán peco al tomar lo que no debía (Josué 7: 20-26).
Sodoma y las naciones vecinas también pecaron y fueron castigadas. Y también una nación con sus alrededores fueron destruidos a causa de su pecado (Génesis 19).
Y por qué no mencionar que hasta el mundo mismo fue negado en agua a causa del pecado de la humanidad (Génesis 6).
Entonces, nosotros racionalmente debemos concluir que no debemos jugar con el pecado. Ni dejar que nos domine. Porque no solo puede perjudicarnos a nosotros mismos sino también a otros.
La gracia de Dios nos llama y nos involucra como agentes de cambios
“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio,habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” 1 de Timoteo 1: 12-15.
Estos son unos maravillosos pasajes para hablar de esto. Pablo reconocía que antes pecaba ante Dios. Y que la gracia de Dios fue muy abundante para él. Pero en ningún momento asimila que solo tenía que estar agradecido desde su casa. En cambio esa gracia debía ser respondida con responsabilidad. Como el mismo dice al inicio del pasaje citado, Cristo le fortaleció y lo puso en el ministerio.
Entonces la gracia de Dios nos llama a través del evangelio, pero también nos da la responsabilidad de ser luz para otros, asi como Pablo se lo encomendó a su joven acompañante Timoteo “sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.” (1 de Timoteo 4:12). Todo cristiano debe producir frutos buenos y agradarle en todo a Dios (Colosenses 1:10).
Muchas personas aún viven en el mundo de las tinieblas y andan errantes como ovejas sin pastor. Caen en los lazos del diablo y también les sega el entendimiento para que no vean la luz del evangelio de Cristo (2 de Corintios 4: 3-4).
En este grupo de personas que andan sin la Luz del evangelio, debemos considerar que tenemos amigos y familiares. Si les amamos y deseáramos el bien para ellos por lo menos le predicaríamos a Cristo en alguna ocasión, o si no nos atrevemos, podríamos invitarle a que nos acompañen a las reuniones de la iglesia. Deje su biblia intencionalmente en un lugar visible, lleve folletos y colóquelos en puntos estratégicos. También son maneras de despertar el interés en su entorno.
Finalmente ¿Por qué predicarle a otros? La respuesta puede estar en la segunda carta a los Corintios. “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 de Corintios 5:10).
Predicamos a otros porque llegara un momento en el que cada uno de nosotros tendremos que darle cuenta a Dios por lo que hicimos mientras la vida nos fue prestada. En aquel dia no habrá marcha atrás “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,” (Hebreos 9:27). Y si no obedecimos el evangelio lo que le espera a aquellos es: “en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 de Tesalonicenses 1:8-9).
¿Tienes amigos? ¿Tienes familia? ¿Tienes hijos? ¿Tienes esposa (o)? ¿Qué deseas para ellos?
Conclusión: El discipulado es una labor de todos los cristianos, y no se limita solamente a los líderes de una iglesia. Si todos cumplimos en discipular a otros a los pies de nuestro Señor Jesús ayudaremos a realizar un gran cambio en la vida de esas personas y las de aquellos que vendrán por la labor de estos nuevos discípulos.
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