
En la Biblia tenemos un mandamiento específico que consiste en predicar el evangelio a toda persona (Mateo 28:18 al 20; Marcos 16:15 al 16). Cuando hablamos de mandamiento específico queremos decir que es muy claro lo que tenemos que hacer, sin embargo, lo que el mandamiento no da detalles es a la manera que el creyente comparte el evangelio.
En la propia Biblia podemos enlistar algunas diferentes maneras que utilizaron los primeros cristianos para dar a conocer la voluntad de Dios.
- En Las Plazas. Hechos 2, y en el capítulo 17. Pedro y los otros apóstoles predicaron en un evento conocido como El Pentecostés. Y Pablo predicó en el Areópago en Atenas.
- Visitando otras ciudades, como en Hechos 8, Felipe salió de Jerusalén para predicar en samaria una ciudad que incluso no era bien vista para los judaizantes.
- Acercándose a algunos conocedores, Hechos 8: 26 al 40. El propio Felipe se acercó a un etíope que estaba leyendo una parte del libro de Isaías 53, cuando Felipe le preguntó si entendía lo que leía el hombre le respondió diciendo que Cómo podría entender Si alguien no le enseña Así que le robó a Felipe y Felipe a partir de ahí le compartió el evangelio.
- En las escuelas “sinagogas” Hechos 13:14; 18: 4. Las sinagogas eran lugares de reunión donde se iba a leer las Escrituras.
Estos cuatro ejemplos nos dan un panorama de las distintas maneras que la iglesia utilizaba para la propagación del Evangelio pero hay algo que debemos destacar con estos cuatro ejemplos. Es que se necesita un conocimiento previo. Eso quiere decir que todo cristiano primero debe conocer el evangelio para luego compartirlo, y aunque puede sonar muy extraño; algunas personas se les hace difícil explicar lo que ellos mismos entendieron sobre el evangelio.
Ahora bien, probablemente el problema que está surgiendo es que estamos mal enfocados.
Por ejemplo, si regresamos a Mateo capítulo 28:19 nos dice que la manera de hacer discípulos para el Señor (no para nosotros) es bautizándolos bajo la autoridad divina; el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En este versículo hay dos aspectos muy importantes que no podemos omitir, el primero de ellos es: a) la importancia de un bautismo, de manera que el bautismo es una parte fundamental en la doctrina para ser discípulo. b) Lo segundo es: La importancia de la doctrina de un Dios trino, El padre el Hijo y el Espíritu Santo. Hay doctrinas modernas que rechazan que el bautismo sea importante para convertirse en discípulo como también hay doctrinas que rechazan al Hijo o al Espíritu Santo como divinidad.
Seguidamente, en el versículo 20 usted puede leer “enseñándoles que guarden todas las cosas” ese todas las cosas pueden entrar todas las demás doctrinas, como la doctrina de la imposición de las manos, los dones milagrosos en estos tiempos, el uso de los instrumentos en la adoración, el papel de la mujer en la iglesia, etcétera.
Nuestro mal enfoque se relaciona con que predicamos primero a la iglesia, defendemos lo que hace y cree la iglesia del Señor. De pronto, entramos en un debate teológico defendiendo la iglesia. Y no podemos responder a todas las preguntas.
Predicamos primero a la iglesia como si fuera la iglesia la que salva, pero quien salva es Cristo y es Cristo quien los añade a su iglesia Hechos 2:47. Con esto no queremos decir que la iglesia no sea importante o que no salve, por supuesto que la iglesia es importante y para ser salvo hay que ser parte de ella. Pero la iglesia es el resultado o el beneficio del sacrificio que hizo Cristo en la cruz por nosotros.
Regresando a nuestro punto anterior con las cuatro diferentes maneras para compartir el evangelio en: las Plazas, visitando otras ciudades, acercándose algunos conocedores, o ir a un centro de reunión religiosa como la sinagogas se requería un conocimiento de las Escrituras; pero no se preocupe si le falta conocimiento.
La Biblia también nos da algunos ejemplos de cómo llevar personas a los pies del Señor si no sabemos expresarnos. Lea Juan 1:37 al 42. Andrés, hermano de Simón Pedro pasó tiempo con el Señor y después de haber conocido al Señor Jesús vino inmediatamente a su hermano Pedro y lo invitó para venir a escuchar al Señor. Lo mismo hace Felipe con Natanael (verso 45 al 46), Incluso su invitado, responde con ironía a Felipe; pero en lugar de debatir o argumentar Felipe solo le dijo: ven y ve. Esa es una buena manera de compartir el evangelio, la propia persona ve y escucha la información la asimile por su propia cuenta y compruebe si lo que está frente a él es la verdad.
Ante los ojos de Dios si usted utiliza este último método no significa que no está haciendo el trabajo, y por lo tanto no está evangelizando. En cambio usted también está haciendo el mismo trabajo que hicieron los primeros discípulos del Señor. No hay un método específico y único en la Biblia sobre cómo se debe compartir el evangelio.
Por último, la decisión de la evangelización fue algo que decidió cada persona de manera individual. No se necesita una reunión de la congregación sujeta a votación si se debe evangelizar o no ni cuánto dinero se debe invertir en dicho proyecto. Recuerde que los primeros en cumplir con este mandamiento eran los apóstoles y ellos no estuvieron rodeados de fundaciones misioneras evangelísticas ni de grandes fondos para compartir el evangelio. El Señor Jesús le dijo: No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento (Mateo 10:9-10).
Que predicar el evangelio sea nuestra vocación, no un trabajo ni una obligación impuesta.
¡Dios le bendiga!
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