
Siempre que nos dirigimos hacia un destino hacemos algo implícito: trazamos una meta porque tomamos una decisión y vamos por la ruta que nos conduce a ese lugar. Hay un camino trazado en nuestra mente cada vez que nos movemos.
Esos caminos son cortos y nuestros pies se mueven automáticamente obedeciendo lo que nuestra mente está pensando. Pero hay momentos en la vida en el que nosotros debemos detenernos y pensar hacia dónde nos estamos dirigiendo. ¿A dónde nos están llevando nuestros pasos y nuestras decisiones que hemos estado tomando? Puede que ese momento llegue a algunas personas a más temprana edad que otros. Pero ese momento llega.
En la vida debemos pensar no solamente en el presente sino también en el futuro, algunos tienen la virtud de ser visionarios proponerse metas y lograrlo. Otros no tenemos esa virtud porque simplemente pensamos en el presente y nos olvidamos de que en la vida hay que proponerse metas, porque los tiempos son cada vez más cortos. No se olvide que hay varios caminos y un solo camino verdadero.
Por ejemplo la Biblia menciona que hay camino que al hombre le parece que es correcto (Proverbios 14:12). Pero puede que ese camino nos conduzca a la transgresión (Proverbios 13:15). Uno puede creer que es muy sabio tomar este camino porque a su propia vista parece ser el correcto pero ese camino es peligroso, Mateo 7:13 dice que “hay camino que lleva a la muerte y muchos pasan por él”. Piense en la lógica siguiente: las cosas fáciles siempre traen problemas. Y las que son difíciles de conseguir requieren de gran esfuerzo y producen siempre regocijo.
También tenemos el camino correcto, Jeremías 6:16. Dice: “Así ha dicho Jehová paraos en los caminos y mirad y preguntad por las sendas antiguas cuál sea el buen camino y andaréis por él y hallaréis descanso para vuestra alma, más dijeron no andaremos».
Este camino no está oculto a propósito simplemente requiere de una decisión personal que conlleva un desafío presente para todo aquel que ha tomado la decisión de seguirlo. Jesús dijo en Mateo 7:14 “porque angosto es el camino que lleva a la vida y pocos lo hayan”. Para hallar algo se necesita primero buscarlo, así que requiere primero que el hombre reflexione sobre qué camino está llevando y si ese camino lo está llevando a la muerte o a la condenación debe detenerse y pensar si es eso lo que quiere para su alma. Pero el camino de Dios como le dijo al profeta Jeremías es el buen camino en donde uno puede hallar descanso para nuestras alma. Este camino también tiene sus condiciones, una vez haya tomado la decisión de emprender ese viaje no debe mirar atrás (Lucas 9:62), también debe tomarlo con paciencia y no quite la vista del frente mirando solamente al Salvador (Hebreos 12:1-2). Y sobre todas las cosas ponga su mano en el volante, cierre sus ojos y deje que el Pastor de nuestras almas nos dirija por donde debe ser, ya que este camino cristiano no es por vista sino por fe (2 Corintios 5:7).
Si usted entiende la diferencia entre el camino que lleva a la muerte y el camino que lleva a la vida, es que en el primero el hombre o la mujer toma las riendas; pero en el segundo es Dios quién lleva el control.
Que Dios nos ayude y nos reprenda si aún siendo cristianos queremos seguir tomando las riendas, llevando una vida cristiana como nosotros creemos que debe ser.
¡Dios le bendiga!
Escrito por Eliezer Pérez
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