
Sin duda, Mateo 7:1, es el versículo bíblico más citado en la actualidad: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”.
Su significado se ha tergiversado para indicar que no podemos decir que las acciones o el estilo de vida de alguien están equivocados.
Sin embargo, cuando una persona dice: “No juzgue”, lo está juzgando también a usted por haber juzgado a otro. Según ellos, usted se equivocó al decir que otra persona procedió de manera equivocada. Pero ellos no ven que hacen exactamente lo mismo.
Es evidente que no podemos evitar emitir juicios morales. Además en el mismo contexto de este versículo citado con frecuencia, Jesús emite un juicio moral y empleó metáforas sobre “perros” y “cerdos” (Mateo 7:6) para referirse a ciertas personas y señalar que no debemos seguir presentándoles la gracia de Dios a los que siempre se burlan y ridiculizan el mensaje. Llega un momento en que tenemos que sacudir el polvo de nuestros pies y ocuparnos de los más receptivos (Mateo 10:14; Hechos 13:51).
Por otra parte, Jesús ordenó lo siguiente: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24).
¿Cómo resolvemos esta aparente contradicción? Teniendo en cuenta el espíritu con que juzgamos. ¿Pensamos que somos superiores (la actitud que Jesús condenó) o evaluamos las acciones y las actitudes con espíritu de humildad y un sincero interés luego de haber considerado nuestras propias debilidades (1 Corintios 10:13; Gálatas 6:1)?
En Mateo 7:5, Jesús nos dijo que, en primer lugar, nos examinamos personalmente (sacar la paja de sus ojos). Entonces, si, hay un problema que debemos tratar, pero solo después del autoexamen. En pocas palabras, antes de evaluar a otro, debemos examinarnos a nosotros mismos y sacar nuestras debilidades o problemas antes de querer corregir a otros.
La clase de juicio equivocado es el condenatorio. El correcto consiste en evaluar de manera apropiada las cuestiones morales (o doctrinales) con una actitud humilde y servicial. Recuerde, 1 Corintios 5:5, se requiere que la iglesia juzgue -e incluso aparte – a un miembro de la congregación por su conducta sexual deshonesta. Debemos tratar a los demás como queremos ser tratados (compare Mateo 7:12) y pensar: Le podría pasar a cualquiera.
Por lo tanto, al hablar del tema de juzgar a los demás, en primer lugar, hay que especificar que se quiere decir con “juzgar”, ya que esto puede servir como parámetro para determinar el tipo correcto e incorrecto de juicio. Además, debemos evitar esta idea: “¿QUIEN SOY YO PARA DECIR QUE FULANO DE TAL ESTÁ EQUIVOCADO?”. Debemos atrevernos a efectuar juicios morales y no podemos evadirlos, por miedo a declarar que es un error decir que otra persona está equivocada.
Escrito por Paul Copan.
Deja un comentario