En cuanto dependa de vosotros

Escrito por Joe Goodspeed

En nuestra familia a veces nosotros como cristianos de veras deseamos que algunos miembros se conduzcan de otra manera. Hasta llegan a molestarnos cuando ellos no escuchan algunas de nuestras sugerencias que a nosotros mismos nos parecen tan importantes y buenas para su vida.

A veces un esposo o esposa no asiste a los servicios de adoración con su fiel cónyuge cristiano. Y seguimos sugiriendo e insistiendo, pero resulta que tienen sus propias opiniones y parece que no nos oyen. 

Entonces nos acordamos del buen consejo de Pedro en 1  Pedro: 1-3  que parece resumirlo así:  “Haga usted lo justo y no piense controlar la conducta de su cónyuge”. 

Otras veces, estamos desconsolados en silencio cuando miembros de nuestra familia y amigos queridos dejan de seguir fieles al Señor. Y el dolor en el corazón es tan grande, que nos produce tristeza por su decisión. Siempre habrá cosas que podemos hacer para alentarlos,  pero en algún momento necesitamos acordarnos de este principio:  “en cuanto dependa de vosotros…”  Ellos no son títeres.  Tienen sus propias decisiones. Incluso podemos seguir orando por ellos y hacerles sugerencias.  Pero hay un límite de lo que podemos hacer.  Debemos recordar el gran principio “en cuanto dependa de vosotros».

Vemos la inmoralidad que nos rodea y sentimos también la responsabilidad de hacer algo para contrarrestarla.  Pensamos que deben haber actitudes morales que se reflejan en las leyes y las autoridades de nuestra comunidad, ciudad o país.  Pero necesitamos acordarnos de que somos responsables solamente: ”en cuanto dependa de nosotros”.

Aún en nuestras propias vidas como miembros de la iglesia esta verdad tiene aplicación.  Por ejemplo, cuando el Señor hizo que se escribiera a la iglesia de Tiatira,  mencionó que alguno de ellos eran muy pecadores  por causa de las cosas que toleraban (Apocalipsis 2:20)  sin embargo,  seguía diciendo:  “al que venciere y guardare mis obras hasta el fin…”  todo le irá bien (verso 26).  En otras palabras,  hagan lo que hagan otros en la iglesia, el Señor siempre recompensará a los fieles.  

Además en Apocalipsis 3:1  El Señor hizo una acusación contra la iglesia en Sardis, pero en el versículo 4 dijo:  “pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras”.  Aunque algunos en la congregación eran infieles y falsos. Había otros que eran discípulos dedicados y leales. De manera que si usted y yo, creemos que otros no son fieles, nada impide que nosotros sí lo seamos, si lo que buscamos son las recompensas de Dios. 

La congregación no consiste de una sola persona. Tampoco nosotros como una congregación no somos la hermandad entera. Es posible ponernos muy tristes sintiendo culpa y preocupación mientras estamos pensando en lo que otros están haciendo o les falta hacer, de veras, debemos preocuparnos de otros, pero al fin solamente podemos ser una influencia en cuanto dependa de nosotros porque no podemos decidir por ellos.

Que el Señor nos ayude a comprender este principio en todos los asuntos y con la energía que él nos da para hacernos fieles y verdaderos los más que sea posible y que nos salve de la inquietud y la falta de paz que procede de preocuparse de circunstancias ajenas a nuestra voluntad. 

¡Dios le bendiga!

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