
Más de una vez hemos escuchado el término Atalaya en la vida. Lastimosamente cuando se habla de Atalaya, algunos creen que es un término que pertenece exclusivamente a la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania (Sociedad Bíblica y de Tratados La Torre del Vigía de Pensilvania) que edita las revistas que distribuyen los Testigos de Jehová.
Atalaya significa en hebreo “el que mira” o el “que vigila”. Era una pieza clave para la seguridad de una ciudad en particular. Ellos estaban ubicados en torres muy altas, cuyo deber era advertir la llegada de posibles amenazas; pero, si el invasor llegaba sin el aviso del Atalaya, el debía pagar con su vida por su negligencia.
En la Biblia, encontramos algunos ejemplos de Atalayas reales como (2 Reyes 9:17). Pero también encontramos Atalayas espirituales como el caso del profeta Ezequiel capítulos 3 y 33.
Observe el siguiente pasaje: “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestaras de mi parte.” (3:17)
Ahora bien, cualquiera diría que la labor del profeta simplemente era la de proclamar las Palabras de Dios a los 10,000 cautivos que vivieron como colonos en Babilonia (2 Reyes 24:14). En tiempos donde los falsos profetas proclamaban un regreso pronto a Judá lleno de paz (13:3,16).
Sin embargo, la función de Ezequiel como un Vigilante era más compleja que eso. Y si usted y yo queremos también ser vigilantes en este tiempo moderno que está saturado de información que promete paz, abundancia, seguridad, estabilidad financiera si solo se sigue a Dios. Cambiando la verdad del Evangelio que es la Salvación del alma del creyente (Marcos 8:36) por avaricia, “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” (Lucas 12:15). Necesitamos también tener algunas cosas en cuenta para ser un buen atalaya:
Primero, todo mensajero de Dios primero nutrirse, vivir la verdad en su interior y después podrá predicarla (Ezequiel 3:1-3). Antes de cumplir con su llamamiento, Ezequiel debía comer el rollo, alimentarse, hasta llenar sus entrañas [No literal]. Esto significa que necesitaba experimentarla. Pero muchos hacemos lo opuesto. Queremos que otros obedezcan no sólo el evangelio, sino que no cometan el más mínimo error en su andar, en detalles que ni nosotros mismos estamos dispuestos a renunciar.
Segundo, la gente que cree saber, son aquellos que menos quieren oír (Ezequiel 3:5-7) El profeta no fue enviado a gente extraña con desconocimiento del Dios de Israel, sino al propio Israel que de antemano ya llegaba una larga trayectoria de conocer las maravillas de Dios de distintas maneras incluyendo profetas (Ezequiel 2:5). Por otro lado, la ciudad de Nínive en el pasado, se había arrepentido de sus pecados solo con oír la voz de Jonás.
Tercero, Dios tiene todo poder para fortalecer a quien envía (Ezequiel 3:8-9). ¿Por qué? Bueno, porque cuando se rechazaba a Ezequiel como mensajero en realidad se rechazaba al emisor que es Dios.
Cuarto, Dios responsabiliza al individuo mismo por su propio pecado. Cada hebreo tenía la responsabilidad individual de confiar y obedecer a Dios. En este contexto, no habla del castigo eterno, sino de lo que la ley mosaica decía sobre los desobedientes. Los que estaban en falta y no cambiaban merecían morir (Ezequiel 3:17-18). Uno puede culpar las circunstancias, el sistema y hasta el gobierno ante los ojos de Dios, sin embargo tenemos una lista de testimonios que juegan en contra nuestra como Noé (Génesis 6) Daniel (Daniel 1:8), Job (Job 1:22), y como resultado un veredicto a favor de Dios.
Quinto, aunque cada pecador es responsable por su pecado. Cada portavoz del mensaje de Dios debe responder con su vida si es negligente. (Ezequiel 3:18b, 20). El deber del Atalaya espiritual es estar alerta ante la fuerza destructora del pecado. Puede que una persona peque por ignorancia, y desconozca cuál es la voluntad de Dios, pero si no se le enseña. Tal persona puede estar separada de Dios no solo en esta vida, sino también en la venidera (Hechos 17:30-31; 2 Tesalonicenses 1:8-9). En tal caso no ayudamos a esa persona a enmendar su vida, por tanto también somos responsables.
Sexto, el Atalaya cristiano se debe gozar en hacer su trabajo (Ezequiel 3:21) Quizás esta puede ser la más simple, pero la más difícil de asimilar. ¿De qué manera? Bueno, siempre deseamos que el anunció tenga resultados, y resultados inmediatos. Se buscan números y nos desalentamos cuando no hay respuesta.
Mientras que Pablo, por ejemplo, predicó a cientos de personas distintas, pero no en todas partes lo recibieron de buena manera, algunas veces lo agredieron físicamente, y hasta se burlaron de su mensaje en el Areópago según Hechos 17. Pero aun así aunque el número de creyentes fue menor, ganó a gente importante como Dionisio el Areopagita, Damaris una mujer importante, y otros más (17:34).
No importa quien coseche los resultados. La misma Escritura dice: “Yo planté, Apolo regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios” (1 Corintios 3:6). Gocémonos en hacer simplemente nuestro trabajo.
Finalmente, estas cosas mencionadas son elementales hoy en día. La sociedad cada vez se alimenta de mucha información religiosa por todos lados. Tanto que muchos se preguntan ¿Quién dice la verdad? El Atalaya cristiano, no solo debe ser honesto al pronunciar el mensaje y no ocultarlo de quienes están bajo su responsabilidad, sino que su inoperancia o complacencia con aquellos que le rodea puede costarle también la entrada al reino celestial.
¡Dios le bendiga!
Escrito por: Eliezer Pérez
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